7 de diciembre de 2011

LA HIPERTENSIÓN ARTERIAL

En los últimos años las intervenciones psicológicas se han consolidado como métodos válidos para el tratamiento de individuos hipertensos (Donker, 1991 ).La relación directa entre los valores de la hipertensión arterial y el riesgo de morbilidad y mortalidad cardiovascular, determina la importancia de lograr niveles aceptables de presión arterial. Un 90- 95% de los individuos que padecen hipertensión arterial, son hipertensos esenciales (los valores elevados no pueden atribuirse a ninguna causa orgánica); mientras que el resto son hipertensos secundarios, pudiéndose atribuir los valores elevados a daños renales, suprarrenales y/o vasculares. La mayoría de los hipertensos pertenecen a la categoría de hipertensión ligera o leve, por lo cual, las intervenciones psicológicas cobran especial relevancia, habiéndose demostrado que los tratamientos farmacológicos no son superiores a los de naturaleza cognitivo-conductual.

Se calcula que un tercio de los individuos con hipertensión leve llega a ser Normtensivo sin tratamiento. Hay personas que presentan hipertensión de delantal blanco y presión ambulatoria normal; muchos tienen ocasionalmente, elevada la presión arterial en una o dos visitas de control. La importancia de considerar los aspectos situacionales en la medición de la presión arterial se ha puesto de manifiesto últimamente, ya que la situación clínica a menudo, no representa los valores habituales de la persona (hipertensión de delantal blanco).

Los beneficios de tratar con drogas la hipertensión moderada o severa han sido confirmados, pero los resultados de las drogas en la hipertensión leve son conflictivos. A diferencia de los hipertensos graves, en los casos leves, pareciera que hay un porcentaje considerable que no se beneficia con el tratamiento farmacológico.

A demás, se ha observado que el tratamiento psicológico es superior a la situación de no pocas diferencias en cuanto a su efectividad. La aplicación de tratamientos psicológicos ha sido evaluada exitosamente, ya sea por la disminución de la hipertensión, por la reducción de las drogas hipertensivas o bien, por la reducción de los efectos adversos de la medicación.

Las intervenciones no farmacológicas han ganado popularidad en los últimos años para reducir la presión arterial ligeramente elevada, pero todavía quedan por determinar las condiciones ideales que deberían reunirse para que los cambios benéficos logrados puedan ser mantenidos en el tiempo y maximizar la relación costo-efectividad del tratamiento.

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